Laura RODRÍGUEZ / San Sebastián de lo Reyes, Madrid / 14.01.2021
El frío extremo que está sufriendo la Comunidad de Madrid estos días, ha venido a complicar aún más la histórica nevada que dejó el temporal Filomena a su paso por la región. Ahora el principal problema es la formación de placas de hielo en las aceras y el asfalto, que pueden provocar resbalones y caídas entre los peatones y accidentes de tráfico.
Una de las soluciones más extendidas es la aplicación de sal de deshielo. Pero ni es la panacea, dadas las circunstancias extremas, ni es inocua. Por eso, hoy que Sanse empieza a repartir sal a los vecinos, explicamos cómo actúa y cómo podemos esparcirla correctamente.
En primer lugar, hay que saber que al echar sal sobre una superficie helada no se derrite el hielo, sino que se consigue que disminuya su temperatura de congelación de 0ºC a -10ºC ("descenso crioscópico").
Por ello, la sal se esparce antes de las heladas, precisamente para evitar que se forme hielo.
El problema es que esta sal pierde sus propiedades al cubrirse con nieve y mojarse, por lo que, tras un temporal similar, lo aconsejable es retirar primero la nieve con una pala o escoba y después esparcir sal sobre el suelo seco para que el hielo no vuelva a formarse.
La cantidad de sal debe ser proporcional al espacio donde se vaya a esparcir, teniendo en cuenta que su efecto es expansivo y que la sal es corrosiva, tanto para el asfalto como para los automóviles, pudiendo dañar la carrocería y el funcionamiento del vehículo.
Además, una vez desaparecido el hielo o la nieve, la sal permanece y se distribuye por la zona, resultando igual de corrosiva para la vegetación y los animales.
Nos dicen los expertos que la sal que tenemos en casa para cocinar también es válida para este uso. Y que, en caso de que al esparcir la sal se haya formado hielo, se puede echar un poco de tierra o arena para gatos para conseguir que el suelo resbale menos.