Álvaro ARRIBAS / San Sebastián de los Reyes, Madrid / 23.08.2016
Las fiestas de Sanse en honor al Santísimo Cristo de los Remedios son famosas por las multitudes que congregan y por sus encierros. Pero no es menos notable la gran raigambre de estas fiestas, que encierran gran parte de la historia de la localidad. Los primeros documentos que dejan constancia de la devoción al Santísimo Cristo de los Remedios datan de 1645 y 1656. Se trata de dos libros de cuentas en los que se registraron partidas destinadas a sufragar actos festivos. Sin embargo, en fechas anteriores ya se recogen festividades en honor al Cristo, sin especificar de los Remedios, lo que le ha dado al origen de nuestras fiestas cierto carácter de incertidumbre.
El otro rasgo típico de estas fiestas, los toros, tiene unos orígenes aún más antiguos, pues se encuentra constancia de ellos en una documento firmado en 1525. San Sebastián de los Reyes fue fundada apenas tres décadas antes, en 1492. En 1813 se realiza una petición al Jefe Político de la Provincia diciendo que se llevan 110 años ininterrumpidos de encierros sin que sucediese ninguna desgracia. Este dato atestigua no sólo la antigüedad de nuestros encierros sino su continuidad a lo largo de la historia de la localidad.
Las primeras fotografías de las fiestas de Sanse que se conservan, son de 1935. Entonces no había feria ni anfiteatro, pero no faltaban los bailes, la música y el jolgorio, con los que, como hoy día, los vecinos abarrotaban la Plaza del Pueblo. En esta época se encontraban en pleno esplendor algunas tradiciones que se están recuperando en los últimos años, como el baile de las higueras, o la trashumancia, que es novedad en el programa de este año.
A partir de 1960 Sanse empieza a crecer y así lo hacen sus fiestas. En 1961 se levanta la plaza de toros. La calidad de sus encierros, y la aparición de las peñas, disparó la popularidad de estas fiestas, que son declaradas de Interés Turístico Nacional en 1984.
Hoy, las fiestas de Sanse se esfuerzan por garantizar la máxima seguridad y diversión de las miles de personas y cientos de corredores que vienen a disfrutarlas. Unas fiestas proyectadas al futuro que no abandonan el espíritu popular y tradicional que las han caracterizado durante cuatro siglos.