Álvaro ARRIBAS / San Sebastián de los Reyes, Madrid / 05.09.2016
Las fiestas de Sanse en Honor al Santísimo Cristo de los Remedios cada vez tienen más en cuenta a los chichos y chicas que vienen a disfrutarlas. Estas fiestas 2016 han sido un gran ejemplo de ello.
Lo primero es lo primero. Si en algo piensa un niño cuando llegan las fiestas, es en la feria. Como siempre, niños y niñas han podido disfrutar de las atracciones que nunca fallan: coches de choque, tren del terror, noria, camas hinchables, y un largo etcétera. Pero este año los padres han respirado más aliviados que nunca, gracias a la promoción del día del niño, por la que los días 23 y 30 de agosto todas las atracciones valían la mitad para los menores de 12 años.
Si algo agradecen los chavales, es la ilimitada oferta de actividades que el centro de Sanse les ha ofrecido todas las mañanas de las fiestas. Han bailado, han aprendido, se han mojado. Pero sobre todo han corrido. Porque los encierros, icono indiscutible de estas fiestas, sufren un sinfín de modalidades para alcanzar el gusto de los pequeños. Los hay de agua, hinchables, o tradicionales, como el del carrito o los de fuego. Pero sobre todos, están los encierros infantiles, capaces de colapsar las calles como pocas actividades. En estas fiestas, por segundo año consecutivo, se ha reservado un día en el que podían participar personas con movilidad reducida. Todo un motivo de orgullo para nuestra ciudad.
Los talleres infantiles y los cuentacuentos se han repetido día sí y día también en la Plaza de la Constitución. Aquí han podido acercarse a la magia o a animales que sólo se ven en los documentales de la tele. Han podido entretenerse escuchando historias o haciendo pompas.
Que los niños y niñas disfruten de las fiestas no es una cuestión política, es la actitud del pueblo. Clubs deportivos, asociaciones, peñas, todos, han invertido esfuerzo y tiempo para que los más jóvenes exprimiesen al máximo las festividades.
Lo más importante no es sólo lo que reciben, sino lo que ellos, casi siempre sin querer, aportan. Ver las calles y plazas de Sanse inundadas de niños y niñas que ríen, aprenden y se relacionan es una gozada, es otra cosa. Por eso podemos decir, sin caer en contradicción, que las fiestas de agosto de Sanse, cuanto más piensan en los pequeños, mas grandes se hacen.