Laura MARTÍN / San Sebastián de los Reyes, Madrid / 30.11.2021
El Market Gardening es un modelo de agricultura muy extendido en otras regiones del mundo, especialmente en Norte América. Se trata de una huerta orgánica comercial a escala micro. Lo que tradicionalmente se consideraban superficies imposibles de rentabilizar por su pequeño tamaño, se pueden convertir, gracias al sistema de trabajo del Market Gardening, en una forma de vida rentable.
Alimentos de calidad para la comunidad local, esto hace Fernando, un agricultor que cultiva mil metros cuadrados de terreno en San Sebastián de los Reyes. Su principal cliente está a 9 km de su huerta y él mismo distribuye semanalmente los pedidos a comercios y restaurantes de Madrid, son muy pocos, pero los suficientes.
En las últimas décadas se ha producido un exponencial abandono de las tierras agrícolas, lo que ha desembocado en lo que hoy llamamos la España vaciada. Los motivos: la baja rentabilidad, la precariedad laboral, la falta de investigación en nuevas técnicas agrícolas, las prácticas abusivas de los mercados… todo ello ha contribuido a que muy pocas personas quieran dedicarse a la agricultura.
Trabajar con la naturaleza y no contra ella, utilizar la tecnología para elevar el nivel de vida y pensar en los alimentos, primero como una fuente de nutrición, y después como un articulo comercial. Todos estos factores determinan el trabajo de Fernando, “El sembrador”.
¿Y si no necesitáramos tierra para producir alimentos? Entonces estaríamos hablando de la hidroponia, otra forma de agricultura que se desarrolla en San Sebastián de los Reyes.
Esta técnica, que ya se utilizaba en los jardines de Babilonia, ahorra más de un 90 % de agua con respecto a la agricultura tradicional porque esta recircula constantemente por los cultivos verticales. Las luces de las lámparas led, el oxígeno y el Co2 completan el ciclo de esta técnica ancestral que ahora se maneja con conocimientos y técnicas avanzadas.
Ana e Inés son primas y decidieron honrar el pasado agrícola de su familia fundando Ekonoke, una empresa que ya tiene más de 5 años y que apuesta por la proximidad, la sostenibilidad y la innovación.
Además de vender a clientes finales y a restaurantes a través de plataformas de distribución, en sus instalaciones se llevan a acabo investigaciones de cultivos con riesgo climático para empresas del sector alimentario que ven amenazada la continuidad en el suministro de ciertos ingredientes.
Como bien explica Inés Sagrario, CEO de Ekonoke, toca innovar para hacer frente al futuro de la agricultura. Ella señala que los costes ocultos que tiene una lechuga por la que pagamos 50 céntimos en un supermercado, repercuten después en la contaminación de acuíferos por el uso agroquímicos, en los plásticos que desbordan los océanos o en la carbonización de la atmósfera por los miles de km que tienen que viajar hasta llegar a nuestros hogares.
Innovar es arriesgar para cambiar y no solo es tarea de quienes producen, también consumidores y consumidoras podemos responsabilizarnos de dar ese respiro a la tierra que tanto necesita.