Guillermo ESCOBAR / San Sebastián de los Reyes, Madrid / 25.06.2021
El curso escolar llega a su fin y las vacaciones son el mejor premio después de un año marcado por las dificultades producidas por la pandemia del coronavirus. Los centros educativos han sacado adelante energía y recursos con alternativas que han ayudado a conectar con la naturaleza.
Los huertos escolares se han convertido en una herramienta educativa fundamental y las aulas improvisadas en los patios se han confirmado como una fantástica alternativa para dar clase en el exterior cuando el tiempo lo permite.
Se han traspasado los muros y el alumnado se ha familiarizado con aprender observando y respirando al aire libre gracias a las pizarras que han crecido entre plantas y árboles,regando sus conocimientos. Y hablando de tiempo, hasta el Temporal Filomena ha respetado los cultivos de invierno, que en muchos centros salieron adelante contra todo pronóstico.
Y es que frente a la importancia que ha cobrado el mundo virtual y los encuentros por videollamada, en los colegios los alumnos han encontrado en sus huertos el espacio ideal para aprender y formarse. Con sendas sensoriales y espacios relajantes. Entre macetas, semilleros y espacios en los que crecen renacuajos y cultivos que ahora dan sus frutos y crecen. Unos convitiéndose en pequeñas ranitas que pronto darán el gran salto de la charca y otros, en los que asoman ya tomates, calabacines, pepinos y fresas, que están casi a punto gracias al entusiasmo y dedicación de los equipos de los centros escolares, con los profesores al mando y con la ayuda de los conserjes y las familias colaboradoras.