En el centenario de Carmen Martín Gaite y en el Día Internacional de las Mujeres, el Teatro Adolfo Marsillach presenta, bajo la adaptación y dirección de Lucía Miranda, Caperucita en Manhattan, una de sus novelas más emblemáticas e influyentes de la autora.
Caperucita en Manhattan es una loa a la libertad y a la dificultad de ejercerla, un manifiesto de la autenticidad. Una obra que parece estar escrita hoy, un tiempo en el que las mujeres no dudamos en ocupar los espacios públicos y en el que a diario nos enfrentamos a la difícil labor de elegir un camino.
Así se presenta este montaje musical, que adapta la novela de Carmen Martín Gaite de una manera personalísima la directora y dramaturga Lucía Miranda, una fan absoluta de la novela y de su autora.
Caperucita en Manhattan llega al TAM coincidiendo con el Día Internacional de las Mujeres, el próximo 8 de marzo, después de haber colgado el cartel de entradas agotadas, tras su estreno en el teatro de La Abadía. Un éxito de taquilla y de crítica que pronto podremos disfrutar en nuestro teatro municipal.
CON CAPERUCITA EN MANHATTAN EN LA CABEZA DESDE LOS 11 AÑOS
Lucía Miranda es una destacada directora de escena y dramaturga española. Nacida en Valladolid en 1982, es fundadora de The Cross Border Project, un proyecto que trabaja en la intersección de las artes escénicas y la educación. Ha dirigido y escrito espectáculos que se han tenido una proyección internacional y ha coordinado proyectos y formaciones de teatro aplicado a la educación y la transformación social en varios países
PREGUNTA: ¿Cómo te encuentras con el libro de Caperucita en Manhattan?
No ha sido un reencuentro porque Caperucita en Manhattan siempre me ha acompañado. Lo leí a los 11 o 12 años y me lo firmó su autora, Carmen Martín Gaite. Siempre lo tuve muy presente y más aún cuando me fui a vivir a Nueva York a los 23 años. Allí di clases en Vassar College, una universidad donde Carmen Martín Gaite era ya muy conocida porque estuvo allí tras la muerte de su hija. Llegó de una manera muy especial y la cuidaron de una manera muy especial.
Cuando yo llegué los profesores me contaron que allí empezó a escribir Caperucita en Manhattan. Y dando clase me di cuenta de que había una alumna que sabía más que yo de la novela y le pregunté “¿por qué sabes todo esto?”, y me dijo “porque yo soy Sara Allen”. Ella era la hija de la traductora de Carmen al inglés y cuando Carmen fue a Nueva York, tras la muerte de su hija, pasaba muchas temporadas en su casa. Y le puso el nombre de Sara por aquella alumna.
Debes estar viviendo un momento muy especial, con la obra ya estrenada en el teatro de La Abadía y con la buena acogida que está teniendo.
Más que vivir un sueño estoy viviendo en coherencia con lo que soy. Nunca hago trabajos por encargo, solo lo que de verdad me apasiona y siempre mis proyectos salen de algo personal, vinculados a algo que me pasa en la vida.
Carmen, desde su libro, me animó a ser libre, a viajar y a leer. Y ahora espero que con esta versión haya otras personas a las que les pase lo mismo.

¿Qué hay de ti como autora en esta adaptación?
He escrito parte del texto como si fuera Slam Poetry. Tengo un amigo que es poeta de slam y entré en contacto con este mundo en Nueva York. Gracias a él me he animado a pasar a slam el texto de Carmen y Carolina Yuste, la actriz que interpreta a la protagonista, ha recibido los consejos de mi amigo para recitar bien. Es slam mezclado con la música de Panaderas Castellanas, creada por el compositor Nacho Bilbao, le da un ritmo increíble a todo el montaje, que es el ritmo de Nueva York.
Además de ese ritmo frenético ¿qué más nos lleva a Nueva York?
Nueva York es muy cinematográfica y yo no quería usar vídeo en el escenario. Así que he hecho algo totalmente marciano, que es situar la acción en una lavandería. Son espacios para mí llenos de diversidad ideales para que se encuentren los veinte personajes de esta obra. Si Caperucita en Manhattan es una especie de Alicia en el Pías de las Maravillas, las lavadoras son como agujeros de madriguera que llevan a túneles vinculados a las alcantarillas, a la estatua de libertad o a mundos mágicos.
Miranfú, esa palabra tan importante que está en el libro, ¿está también en el texto teatral?
Al igual que en la novela, Miranfú significa “va a pasar algo diferente”. Y aprovecho siempre que hago entrevistas para decirle a la RAE que si quiere hacer un buen homenaje a Martín Gaite que incluya esa palabra en el diccionario.
Leo en prensa y en críticas mucho la palabra juego, ¿es un mensaje para los adultos?
Sí, precisamente ayer estaba en la sala y me decía “menudo gol que he metido, con todos estos adultos asistiendo a una adaptación de una novela juvenil”. Es muy loco, es maravilloso. Es un reclamo para seguir jugando, todos debemos hacerlo. Para mí Caperucita en Manhattan es una historia sobre los niños que fuimos y los abuelos que seremos. Sobre la libertad y la soledad, y la soledad de ejercer tu libertad.
Es una obra llena de luz, libertad, alegría…
Si Carmen Martín Gaite fue capaz de escribir esta novela llena de luz después de que su hija de 28 años falleciera, los demás… venga, vamos a vivir y vamos a hacerlo bien, ¿no? Es lo que dice el personaje de Miss Lunatic, vamos a respetarnos, vamos a demostrar nuestro amor… Es una novela de lección de vida sobre el dolor para reponerse del dolor.
Sara Allen vive en Brooklyn y sueña con Manhattan. Un día se escapa de casa para visitar a su abuela, una antigua cantante de music hall y se pierde en un viaje atemporal por diners, rodajes de cine y Central Park. En su recorrido se encuentra con un pastelero millonario y una mendiga sin edad, con ambos compartirá dos secretos que la ayudarán a encontrar su camino hacia la libertad. El montaje que presenta Lucía Miranda es una propuesta musical, que aúna el mundo castellano de Martín Gaite con el Nueva York de las películas, con cinco intérpretes que realizan veinte personajes en un cuento de hadas contemporáneo.
Reparto: Mamen García, Miriam Montilla, Carmen Navarro, Carolina Yuste, Marcel Mihok (contrabajo)
90 minutos
ENTRADAS AGOTADAS
La Plaza de Sanse